Nunca me había gustado la palabra Fé.
Supongo que ha sido así porque siempre la he interpretado desde una perspectiva religiosa y, por tanto, necesariamente epistemológica. Cosa incompatible con mi irreductible militancia racionalista. Yo, desde luego, sin descartar para nada otros valores del espíritu, nunca seguiría a ciegas a ningún iluminado.
Pero creo haber descubierto otra lectura de la palabra Fé: la de "causa motor".
Recién ahora comprendo que esa "Fé" es un recurso psicológico valiosísimo que hemos permitido que monopolizaran los sacerdotes. Y más que nadie, los del Dios del Libro, cristianos, musulmanes y judios. Recurso psicológico que utilizó durante varias décadas la izquierda marxista. Recurso, hoy por hoy, totalmente abandonado a las Iglesias.
Me refiero a ese conjunto de conclusiones y convicciones más o menos fundamentales que alienta y orienta nuestros pasos. Un conjunto conformado a lo largo del proceso de aprendizaje formal y, en general, del de la vida. Una decantación de todas las experiencias, lecturas, sermones, frustraciones, alegrías, amores, rivalidades, luchas, desiluciones, discusiones, meditaciones, cavilaciones...
Una fuerte razón para vivir y actuar.
El Credo, la "formalización", la visión organizada y estructurada de ese conjunto, puede ser proporcionado por una religión, efectivamente. Con la ventaja de ser un paquete cerrado, llave en mano, listo para usar. Pero ese es el camino fácil.
El camino difícil es el de la construcción individual, paciente, escrupulosa, siempre autocuestionada, nunca realizada, siempre perfectible, de un Credo que valga la pena. Por eso, resulta imperioso, casi urgente, la incorporación de esa disciplina a los programas educativos de cualquier sociedad. Para no limitar los caminos posibles al de la Fé religiosa... o la atonía espiritual, la carencia de motivos, estímulos, convicciones éticas, motivos para actuar como debemos actuar.
El camino de la fe no es fácil, ni siquiera haciendo uso de los credos de "paquete". La llave se escurre de las manos, es decir, de la razón.
ResponderEliminarLos programas educativos pueden promover convicciones éticas, pero la fe escapa a lo académico.
La fe tal vez se sitúe en categorias como la felicidad, que la apreciamos por momentos, pero no dejamos de creer que exite.
Los que nos sentimos "ungidos" por la fe, no disponemos de su constante y sostenido disfrute.
La duda razonable del mentado racionalismo no deja de zarandear las convicciones que por fe aceptamos. Más tienes razón en cuanto a la construcción individual de un Credo, pero aún con visos de paquete, nunca llega a ser cerrado. Lala