
Hombre, confieso que llamarlo "viejo amigo" puede ser una pequeña exageración. Pero algo menos de lo que supones.
El 11 de marzo de 2003 yo vivía en Madrid, en Juan Ramón Jiménez. No tenía coche y mi madre, Nonna, se hallaba de visita. Quería que la llevara a Sol y a la Gran Vía y hacia ahí fuimos, en metro. Y al regresar decidimos hacerlo en autobús. Nos instalamos en nuestras butacas y justo enfrente de nosotros se sentaron dos curiosos personajes. Un monje budista (su cara me resultaba conocida) y su intérprete, una chica española, muy agradable. Hablaban en inglés (su temática era estrictamente turística) y entablé conversación con ellos. Mientras llegamos a la casa, recibí una pequeña lección de budismo tibetano y la promesa de una invitación a una serie de charlas sobre el tema.
Al día siguiente, leyendo la prensa, me encuentro con una foto que de inmediato llama mi atención. Me apresuro a compartirla con mi madre a quién pregunto: ¿reconoces a este señor, mamá? "Claro", dice ella, "es el hombre que conocimos ayer en el autobús, ¿no?". Y así era. El Dalai Lama, ni más ni menos. Y ese mismo mismo día recibí la invitación a los cursillos que me había sido prometida.
Lo más curioso del caso es que, oficialmente, esa visita no existió. Según la noticia, el Dalai Lama estaba de visita... en París. Y no estaba prevista ninguna escapadita a Madrid. Llamé al Centro Budista y, muy cortesmente, desmintieron categóricamente la posibilidad de que hayamos visto al Dalai Lama.
Hoy te cuento esta historia porque el Dalai Lama ha arribado oficialmente a España. A Barcelona, concretamente.
¿Qué? Esta historia me parece alucinante. ¿En verdad era el Dalai Lama? De todas formas SI exageraste un poco ¡eh?
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