La etimología de Lactancio hace derivar la palabra del verbo latino “religare”, señalando una relación de dependencia que «religa» al hombre con las potencias superiores de las cuales él se puede llegar a sentir dependiente y que le lleva a tributarles actos de culto.
En cualquier caso, no pretendo ser purista. Me parece evidente que la caleidoscopica realidad contemporánea nos ofrece multitud de “potencias superiores”, casi a la carta, y, consecuentemente, una gran cantidad de vocaciones, pasiones y “aficiones profundas”, susceptibles de provocar dependencias y ser vividas como “religiones”.
En todas ellas, hay una idea o pasión central que ocupa el lugar de la “divinidad” de la definición anterior. Ideas filosóficas más o menos poco digeridas, posicionamientos económicos, tendencias intelectuales o políticas, identificaciones grupales (que conforman todas las tribus urbanas, desde los aristócratas hasta los “Hell Angels”), creencias esotéricas, afición por los ovnis, modas, preocupaciones sociales, antropológicas o ecológicas (como los antitaurinos, los animalistas), escuelas artísticas; escuelas, épocas o tendencias musicales y hasta deportes. Los seguidores de cada una de estas “religiones” son capaces de vivir exclusivamente por y para, “en función de” esa parcela de la vida tan amada por ellos.
A veces pienso que todos deberían tener alguna religión. La cristiana o el amor a la fotografía, la fe en Gautama Buda o en la música barroca, en Mahoma o en la literatura rusa, en Yahvé o en el amor libre, en Gaia o en las estampillas del siglo XIX.
Lástima, por supuesto, que algunas religiones resulten tan tremendamente primitivas. Tan insuficientes para su noble papel. Tan decepcionantes para los que se cruzan en su camino sin haber sido convertidos ni estar preparados para enfrentarse a los prejuicios por ellas generados.
Una óptica amplia y estimulante, aunque algunos piensen que la dimensión religiosa no es lo mismo que la dimensión estética ( por lo de Buda o el Barroco, Mahoma o Literatura Rusa, etc.)
ResponderEliminarLa comparación ayuda, sin embargo, a ubicar el tema.Pienso que hay un "instinto religioso" o una "sensibilidad religiosa" comparables a lo que
llamamos "sentido estético". De acuerdo a esta propuesta, las religiones son a la religiosidad lo que una corriente estética o una escuela artística determinada serían al instinto estético. Que detestemos a tal o cual pintor no nos enemista con las artes en general ni nos impide disfrutar del trabajo de otro artista que sí "nos llega". Creo que ese "nos llega" o "no nos llega" está en el corazón de los dos asuntos.
C G Jungd decía:
“La religión, vista como la cuidadosa observación de ciertos factores invisibles e incontrolables es una actitud instintiva que es propia del hombre, y las manifestaciones de ésta se pueden ver por toda la historia humana.” También dijo ( y viene a cuento con lo primero)
"La idea de un ser divino y omnipotente está por todas partes, si no con reconocimiento consciente, entonces con aceptación inconsciente . . . Por eso, considero que es más sabio reconocer conscientemente la idea de Dios; de lo contrario, otra cosa llega a ser dios, generalmente algo muy impropio y estúpido.”
Gracias por la oportunidad de compartir sobre este tema tan intrínsecamente relacionado con la civilización sobre el cual, paradójicamente, casi nunca se puede hablar de manera civilizada.
¡Y felicitaciones por el blog!
Un fuerte abrazo
Pablo.