
No podía perderme la exposición de Moreau en la Fundación Mapfre. Máxime, cuando Cecilia tuvo a bien recordármela con una nota que me envió desde Caracas. Y debo decir que mis expectativas (que eran muy altas), quedaron 100% satisfechas.
La obra de Moreau recrea un Oriente muy personal, extremadamente preciso en el detalle. Sugestivo, sensual, exótico, lujurioso, suntuoso, probablemente un poco exagerado, fascinó a decadentes elegantes como Montesquieu y a decadentes jóvenes como Breton y refleja un conocimiento de la historia, la mitología, el arte, la arquitectura y la moda de la India, Persia, el Próximo Oriente, Palestina, Mongolia, realmente curioso en una persona que sólo salió una vez en su vida de Francia... y fue a Italia, en viaje de estudios.
Y es que Moreau, dotado de una prodigiosa imaginación, no confiaba a ésta los detalles escenográficos. Durante muchos años, se documentó en su propia bien nutrida biblioteca (el libro de Gustave Le Bon, Les Civilisations de l'Inde, resultó particularmente importante), en la Biblioteca Nacional de París, en la Biblioteca Imperial, en publicaciones como Le Magasin Pittoresque, en las postales que compraba en las librerías de viejo, en las miniaturas mongolas del Louvre, en el Museo Cernusschi,...
El interés de Moreau por Oriente se ve ya en sus primeras grandes obras, Darío después de la batalla de d'Arbelles y El Cantar de los Cantares, (ver la muestra fotográfica, clicando encima de la imagen) todavía muy marcadas por las modas estilísticas del momento. Pero poco a poco, su imaginación, su amor por determinados temas históricas y su conocimiento del arte, la arquitectura y la moda de diversos países exóticos, le permitieron forjar un Universo muy particular, caracterizado por el preciosismo ensoñador, la feminidad, la sensualidad, el ensueño, la decadencia, la poesía...
Deberíamos señalar que el interés de Moreau por Oriente no se limitaba a los detalles escenográficos. Amaba las viejas historias, como prueban sus numerosas obras sobre Darío, Cleopatra, el rey David, Sansón y Dalila, Alejandro Magno, los Reyes Magos, Moisés, amén de las numerosas obras sobre personajes anónimos del mundo persa, hindú, egipcio... También es permanente su interés por los personajes femeninos fuertes, heroínas castradoras como Judith, Dalila, Bethsabé, Helena, Cleopatra y, sobre todo, Salomé. O criaturas como las sirenas, las quimeras... Algunos críticos creen advertir en ello una muestra del "complejo del hombre finisecular ante el avance imparable de la mujer".
Cabe señalar un detalle técnico de Moreau que siempre me llamó la atención: dibuja, con un fino y meticuloso trazo negro, una verdadera filigrana de detalles sobre las manchas de color, de contornos poco precisos, trazadas con pinceladas vigorosas. Obsérvese, por ejemplo, El triunfo de Alejandro Magno.
El Circo del Sol: “Alegría”.
Perdonadme la cursilería. Pero si alguna vez el circo, como género, tuvo algún punto de contacto con el de la poesía... ha sido en el Cirque du Soleil. El Circo del Sol. Ya lo he visto cuatro veces... y espero, desde ya, su próxima visita a Madrid, para acudir presuroso al Corte Inglés y adquirir las mejores entradas que las circunstancias económicas del momento me permitan. Aquí tenéis unas cuantas fotografías del último espectáculo, llamado "Alegría" (hubo otro titulado igual hace varios años, pero no es el mismo espectáculo). Sólo lamento que las fotos no puedan transmitir la plasticidad de los movimientos, la música, la calidad coreográfica...
Si alguna vez tenéis oportunidad de asistir a una función del Circo del Sol, no os la perdáis.


Si quieres ver las fotografías, haz clic aquí y sobre el titular, "Modigliani y sus amigos visitan Madrid".
No hay comentarios:
Publicar un comentario